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Sobre el lenguaje




La poesía “no hace: dice”; eso pensaba Octavio Paz.

Y en el decir habita lo que existe: el lenguaje. Pensar es decir, decirse a uno mismo. Este decirse es el movimiento de lo que existe: nosotros.

Lo que debió iniciar el todo es el lenguaje, porque sin palabra no hay formas, sin formas no hay imagen, sin imagen no hay pensamiento, sin pensamiento no hay lenguaje y sin lenguaje no hay significado. Terminaríamos siendo nada junto con todo lo que nos rodea (incluyo lo intangible). Es imposible pensar que el todo se creó por una suerte de casualidades. Esto es quitarse el mayor peso de encima, que es resolver el enigma de lo que existe.

Descartes pensó y en ese momento existió, y para saberse real tuvo que cuestionarse, le fue necesario utilizar el lenguaje para dudar y dudarse.  Así encontró que su pensamiento era imperfecto pues no sabía la significación de todo lo que veía y sentía, que la percepción no era lo real y por ello inició la búsqueda de lo primero, el pensamiento primigenio, el lenguaje único, el “pensamiento del pensamiento” como dijo Aristóteles: Dios; pues todas las respuestas, los significados, las palabras habitan en  lo primero, encontrándolo nos resolveremos. En él radica el significado de lo que somos, pero qué difícil es darle significado a lo primero.

Toda acción es significación. Somos seres animados, el constante movimiento nos hace ser seres vivos, cada función del cuerpo humano significa algo y ese significado lo encontramos en el movimiento. Lo inanimado no vive: es cosa hecha, no dice. Y en el no decir está la muerte; es decir, la muerte no es sino la ausencia o perdida del pensamiento, del lenguaje.

Resolver el origen del todo habita en el lenguaje, la herramienta esencial para la vida, lo que nos hace ser, está tan cerca y tan lejos de nosotros. Palpamos y sentimos que existimos, pero somos incapaces de darnos respuesta. Y en el no sabernos caemos en el no entendernos y también en el no comprender el lenguaje que utilizamos, porque las respuestas, los significados de las palabras, correrán el peligro (como ya se puede ver en el mundo) de pervertirse, vulgarizarse, banalizarse y tergiversarse.

Es por ello que la importancia del lenguaje es vital tanto para el plano personal como social, pues un lenguaje pervertido crea una atmósfera mentirosa, en la que todo parece estar normal pero que en realidad no lo está, ya que seguiríamos significados enmarañados y falsos. Y esto es peligroso porque se pasa de utilizar mal el lenguaje (un sencillo ejemplo de cómo se comienza a deteriorar un lenguaje es el de darle un significado erróneo a una simple palabra como “adolecer”, palabra que mucha gente usa como "carecer de” y no como su real significado que es “tener el defecto de”. Utilizar esa palabra con un significado errado es, en consecuencia, una acción falsa) a realizar un acto que creemos justo, bueno; pero que en realidad no lo es, ya que las palabras de las que se vale el lenguaje –pervertido-, significarían ya lo opuesto o lo erróneo, y esto causaría el tener una significación contraria a lo real; situación que se verá indudablemente reflejada en la sociedad, aunque no caigamos en cuenta de ello. Y el resultado del deterioro del lenguaje no es más que la pérdida de la verdad.

Podemos saber en qué estado se encuentra un país por el uso de su lenguaje y lo que éste significa.

En el México de hoy, tristemente, podemos ver el ejemplo de un lenguaje desfigurado.

Comentarios

  1. Hola, Juan, llegué hasta aquí a través de tweeter.
    Me pareció una entrada muy acertada, es un fenómeno que va más allá de un país en particular o de un idioma, lamentablemente.
    Tal vez deberíamos pensar que el lenguaje, así como lo afirmaba De Saussure, verdaderamente está en constante cambio, nos guste o no el resultado.
    Con tu permiso, me quedo como seguidor.
    Un abrazo.
    HD

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