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Mostrando entradas de octubre, 2015

Alguna vez nos engañamos

No recuerdo que sonriera mucho, un par de veces quizás; y solo una de esas veces en la que alguna tontería tuve que decirle, la hizo sentirse un poco más cercana a mí, de esos momentos escasos, porque siempre fuimos un tanto de amor de lejos, en la distancia, como en una suerte de protección, de modernidad.  Tampoco recuerdo haber sonreído lo suficiente, ni para ella ni para mí, todo fue más un cierto tipo de ausencia, eso que nombrábamos poco, esa relación que nos costaba siquiera darle un sentido, un carácter que nos hiciera maduros, que nos juntara a cierto tiempo.  Fuimos apenas algún deseo, alguna idea, un querer poco desarrollada, tal vez nos alcanzaron las cosas anteriores, los vicios de otros, las inseguridades de otros, los traumas producidos por otros, las derrotas.  Demasiado adultos, nos vivimos quizá desde una edad que no nos correspondía, no permitimos que los elementos se alinearan de la forma correcta, intentamos modificar el rumbo, algo que

Ya está aquí: Monolito XX

http://issuu.com/juanmireles/docs/monolito_xx Monolito XX El equipo de esta revista tiene claro la importancia de seguir evolucionando con la finalidad de generar mayores espacios para los autores e ir integrando cada vez más géneros literarios, artísticos. Así lo hemos hecho al incluir reportajes culturales como el que en esta ocasión nos presenta Claudia Cárthaigh sobre la exposición que se está llevando a cabo en la Ciudad de México, Catarsis Cosmética, en la que participan únicamente mujeres. De igual forma, consegui mos mantener un espacio dedicado a la crónica (en este número te traemos dos de ellas) , esa que “puede describir, explicar, razonar, comprender y contar una historia que en otro género periodístico no podría. Los otros géneros son muy formales, usan corsé. La crónica no. Ella es callejera y a eso va a la calle, a recoger la historia oral que, al final de cuentas, es la que prevalece” como bien la define nuestro entrevistado Alejandro Almazán , peri

Algún cadáver

Pretendo hacerlo con una bala, una pistola cargada puesta sobre mi cabeza, y a la misma vez da una rabia, una distancia desde la que veo mi vulgaridad, no por el intento: por la forma. Una bala, la necesidad de bala, manía de personaje barato, como de película de bajo presupuesto, como de alguien que se hace el tonto al escribir, como el que de tanto no se le ocurre nada y entonces ya tienes una bala y una pistola sobre la cabeza, de melodrama, de lloriqueo, del gesto, así como queriendo llorar, como no queriendo morir, y no se muere, no me muero, porque el suspenso, porque próximo capítulo, porque la señora se quedó mordiéndose las uñas, y yo no disparo, sudo, una risa, un motivo para largarme ronda la necesidad, pero no así, no con esta precariedad, no así de patético, de poquísima imaginación; y pasa la lejanía, como desde el pasado, otro absurdo, otra tontería, una errata más se suma a mi cerebro, una huida, se escinde el pensamiento, me voy, y los Neandertales, ¿qué con ell