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Mostrando entradas de marzo, 2014

De amaneceres

Al amanecer, cuando permanezco despierto toda la noche, éste se siente como una derrota. El ver cómo renace el mundo y yo junto con él otra vez, con la carga de la vida del día anterior, despierta ese sentimiento de no querer estar que se aloja en el pecho, porque sé que en cada nuevo renacer estaré — me niego a recomenzar —. Y entre tanto amanezco: es cuando hago hasta lo imposible por olvidarlo todo.

Extracto de una carta para un cajón

Era sonreírnos infinitas veces. Nos veíamos como dos niños jugando a no separarse, a base de estar dibujándose sonrisas en el rostro. Desde la inocencia nos reclamábamos cada tanto tiempo, de hecho, cada minuto. Era una cuestión natural las sonrisas en nosotros, casi al primer momento, y es porque de inicio las caras eran un lienzo vacío pero que al paso de las palabras y de las horas —sin saber en qué momento exactamente, nos fuimos llenando de nosotros— y lanzamos la primera sonrisa que se alargó una vida que me pareció entera. Había que sonreírnos en un llanto apagado cuando las cosas no salían como tú o yo pensábamos –y fue porque en un tiempo creímos que todo era posible y realizable—, porque en los pequeños detalles yacía el desdibujo de nuestras caras. Por tanto tiempo luchamos para que las sonrisas no se borraran nunca, una especie de creencia infantil, de cuento o fantasía que se le dice a un niño que necesita de palabras que lo reconforten. Así, se nos fueron los meses y l

Ejercicio de un hombre común

Dirías que va más allá del entendimiento de la gente —que llamas común— el apartarte de ti mismo. Pero te digo que si esto se consuma sería un acto de abstracción total para al fin de cuentas regresar a ti –aunque quién sabe en qué nueva forma—; no hay manera de que evadas lo natural: tu existencia. Cae todo en la dificultad de ser, en este caso tú, un algo producido por la naturaleza. La naturaleza, dador de todas las formas y colores, te ha nombrado y bautizado, porque los nombres conocidos y no, siguen siendo una creación indirecta de la naturaleza; es decir, se originan desde la esencia de lo natural, y sin embargo, es recogido este nombre azaroso por una persona: tu madre o padre o el que haya puesto el nombre que llevas. Bueno, en ese momento en el que te han impuesto un nombre, empieza la memoria, tú. Porque ya siempre, incluso, durante tu gestación (si es que tienes la capacidad y el don de recordar aquello), cuando recuerdes cualquier instante, irá ese recuerdo asociado con