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Mostrando entradas de marzo, 2012

Mascota eterna

Me siento tan débil, cansado, con el estomago descompuesto; con su inerte cuerpo sobre mis hombros, lo cargo y sigo, mientras sus huesos se hacen más pesados. Un bulto de muerte se enreda en mi cuello, me aprieta –castigo merecido-, y hace unas horas que se ha ido, pero sigue aquí conmigo, no me suelta. Quiero desprenderme de su figura en mi mente y no puedo, su lengua me recuerda que fue fiel hasta que no pudo ni levantar la cabeza para mirarme. Culpa cubierta de pelaje blanco, recuerdo perpetuo; sentirnos en la infancia del primer encuentro -remembranza perene-; inocencia perdida con los años no me vuelve; en tu lenguaje: amor de perra. Toda una vida y tan distintas; aún no sé si te deje morir o es que sabía lo inevitable. Dura hasta el final, vientre de perra pueblerina donde te gestaste, de ahí la fuerza que siempre demostraste. Roble, hierro, piedra por cráneo, dientes que trituraban huesos como si tuvieses 5 años y no 17. ¿Adónde irás? ¿Dónde estás ahora?, pues en el espejo no t

Agonía

Me marchito en tus lunas                                                           vida                                             caricia suave                                           seda de labios                                           mármol tu figura                                         mirada arcana;                                                   envuélveme en tu aliento,                                                                          y penetra en mi ansia por seguir viviendo.

El habitante

Barro las calles con mi mirada empolvada en dolores por saberte muerta. El andar sin rumbo de mis pies, pierde a este cuerpo trémulo entre las calles frías, solitarias, oscuras de una ciudad que parece otra. Para mí ya todo es blanco y negro; los colores se han apartado de mi vida, te los has llevado todos. Vuelve la locura y doy giro tras giro sobre mi propio eje hasta que el otro que habita en mi cabeza, diga que puedo seguir. Pero me pregunto si debo seguir haciéndole caso ahora que ya no estás… Quiero revelarme, no hacerle caso, tocar las paredes, mirar el reloj una sola vez, pisar las líneas blancas que separan los carriles de la avenida y no brincarla: imposible; dice que regrese, que vuelva a cruzar la avenida pero sin tocar la línea blanca y la boca se cierra, los dientes se tallan, los ojos apretados, sudan, los músculos se tensan, la saliva se seca. Te olvido en ese instante, en esa locura que te arrebató de mis brazos esta noche. Ella o él o cosa o mezcla de esencias oscur

Conjugación social

Me odio, y las palabras se entrecortan en el papel; me odias, y tu voz se marchita al terminar de decirlo; te odia, y te regresa el favor con malicia; nos odiamos, y los insultos aparecen;  nos odian, y maldecimos a los que nos injurian; se odian, y nos importa muy poco. Y, así, se nos va la vida: odiándonos.

Siempre noche

La mañana es noche eterna en mi morada de ambiente espeso por la rabia despedida por cada uno de los poros de mi cuerpo. Tu imagen se forma inmediatamente al cerrar los ojos, va, viene, detiene el paso, se vuelve y me miras. Te haces la difícil con tu eterna silueta estilizada contoneándose, y sabes que me tienes a tu merced, porque no puedo dejar de mirarte, pero aunque quiero correr y tocarte, tampoco ahí se concede mi deseo de sentirte. Nunca has estado ni cuando las sábanas trataban de juntarnos. En los vapores de la ducha te perdías. Mis besos no lograban sostenerse de tus carnosos labios. Tu voz de amiga, hermana, vecina, conocida pero no de esposa, callaba mis preguntas.   Te veo salir y, en el sonido de la puerta al cerrarse, se ahoga mi voz entrecortada. El traje me mordisquea el cuerpo, la corbata me ahorca, los zapatos sin brillo como mi mirada reflejada en el espejo. Antes de salir del departamento, mi masoquismo me acerca a la blusa que ella llevaba puesta el día de ayer

Octogenarios

Yuxtaponemos los caleidoscopios para ver y dejar que la alucinación trabaje. Se generan nuestras amancebadas efigies gozando tiempos de ayeres; estaciones de eterno verano: sol, marte, hierro fundido, llamas avivadas por los ósculos vehementes, abstractos, pintura de Picasso, furia de Goya; derramamiento de lascivia por las comisuras de nuestras bocas. Figuras artesanales los cuerpos poligonales: nosotros. Líneas transversales se acercan y alejan, los colores mudan su piel, ceguedad, ingenua visión de ojos añosos. Tu y yo, mujer; arruga perfecta,  sabia caída de piel, fragancia matutina, cabello invernal, dedos trémulos, aférrate a los míos, sigamos viendo lo que ya fuimos, abrazados. 

Edicto

Búscala, que de mi cuerpo nada queda; los huesos, piel y vida convertidas en cenizas, regadas por el campo, y la tierra seca y fría ya es destino del cuerpo que llevaba el nombre del que has buscado por días. Te ruego, amigo mío, que entre las ramas secas, rotas, cargadas de hollín, no tientes más. Te juro ya no me encontrarás ni aunque recojas grano por grano ni te pierdas en los años venideros, tratando de formarme, y aun si logras mi silueta, de vida nada queda en esa tierra. Ve, dile a ella tu nombre, deja que el resto de tu cuerpo hable por ti, que ella sabrá reconocer el dolor de un amigo al ver que yo no estoy más aquí. Te contará de brujos y brujas de los que nunca formé parte, de falsas profecías que a mi boca metieron por puños para finalmente condenarme. No sufras cuando las llamas aparezcan en la boca de ella y describa cómo el humo me cubría todo, junto con el crujir de la leña y el crepitar de mis gritos. Ahí, te pido la detengas, abrázala, susúrrale que te he mandado

Flor

Te escribo estas palabras con la pluma que se asoma de mi alma. Sé que llegará a tus manos en el instante en el que yo deje de ser cuerpo, y mi nombre se lea solamente en el epígrafe grabado sobre mi lapida. Pocos dolientes a un lado de mi tumba, llanto de mi madre y tuyo, nada más. Pero me basta con el dolor de las que amo para pedir renacer en flor de campo; campo donde solíamos encontrarnos, allá, en el tiempo en el que nada sabíamos de la muerte, cuando nuestras moceadas miradas se abrazaban, y nuestros pómulos enrojecidos nos invitaban a las risas, pero de besos nada. Ahí, busca la flor más joven, la que no pare de moverse pues es mi saludo. Córtame de un movimiento, acaricia mis pétalos, sonríeme, déjame acariciar tus pechos, al tiempo que me deslizo sobre ellos y caigo en tu regazo; sabedor de que moriré pronto, deseando no renacer más.

Mis manos. tus manos

Las manos entrelazadas, sudan las esencias, se mezclan para no separarse. Los dedos se mueven nerviosos, se estrujan y empujan y se tocan y sienten sus formas; las uñas que solo observan. Manos enamoradas hacen el amor al roce de yemas; la pasión se desborda al sentir el calor de la fricción, y, al descanso, dejan a  las palmas deslizarse por las líneas de sus vidas, para recordar todo lo que han sido juntas. Ya son una sola cuando sienten el tirón que el brazo ha ejercido sobre ellas. Las manos, aturdidas, son separadas, y éstas se buscan en el aire tratando de alcanzarse. Los dedos acongojados  lloran, abrazándose al cierre de puños, añorando ya, a las que se alejan.

La lucha

Entierra tus manos en mi ancha espalda. Pega tu boca a mi hombro y muérdelo todo; clava tus garras en mi torso, desgárralo, ve en tus uñas mi piel, y no pares aunque mis alaridos digan lo contrario. Abrázame y apriétame con las fuerzas que te da el ser demonio. Escucha el crujir de mis huesos. Maúlla, gime, gruñe, ladra, rebuzna, excítate con mi dolor, hasta que mi cuerpo resbale de tus brazos y mi mirada nada te diga, y de mis gritos nada se sepa. Ahí, te girarás buscándola, pero ella no estará más aquí, habrá huido, y aunque te nazcan 6 cabezas y 12 ojos más, no la encontrarás.

Nostalgia

Hace muchas noches que el frío me ha arrebatado el calor de tus brazos, el color verde jade en tus ojos quitaba la mascara que me ponía cada que salía a la calle. El gélido soplo del viento ha congelado tu caminar seductor, y el choque de nubes negruzcas han bañado nuestros cuerpos intentando borrar lo que fuimos. Escucho a Chopin y a su piano que genera armonías que acarician mi alma, como sintiendo tu mano de moceada textura; pasando por mi pecho y mi rostro: caigo seducido como todas las noches ante tus caricias y mis ojos se cierran para sentirte más cerca. Nuestras bocas se yuxtaponen y los labios se aferran a sentirse; tu boca que se aleja de la mía y se desliza por mis pómulos; la respiración que es la tuya, toca mi oído, y dices que debo dejar de guardarte luto. Han pasado ya 3 años desde mi partida, me has dicho, como pidiendo al olvido que recoja a este que te sufre. Besas mi mejilla y es ahí cuando dejo de sentirte. Abro los ojos y lanzo un no tratando con ello detenerte, 

Noche amarga

Hoy la noche me sabe amarga. El calor de verano se ha quedado afuera de la puerta de mi cuarto. Aquí todo es programas de televisión con risas grabadas; musicales perdidos en el limbo del mal gusto. Un libro sobre la mesa con el separador en la pagina 15 y de ahí no quiero saber más nada. Esta noche me duelen los labios por saber que no te sentirán. El teléfono sin sonar, y lo veo con coraje al intuir que no repicará. Hoy el sonido de mis pasos me molesta; la madrugada la siento sobre mis hombros y ni yo puedo conmigo mismo: no me tolero. Golpeo las paredes, y lanzo la lámpara que ilumina mi rabia al piso; grito, maldigo y desconozco al mundo. Reprocho por lo que fue y será; busco quien me la pague: mis emociones se encuentran y se enfrentan encarnizadamente hasta la muerte. Los por qué flotan en el ambiente cerrado y confuso de mi recamara. El viento azota las ramas de los arboles contra mi ventana, el perro se esconde debajo de la cama; las voces me dicen que la mate; las palabras