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Mostrando entradas de junio, 2014

El hombre que se vio ocupándolo todo

Yo estoy en todos lados, ocupo todos los espacios, hay una suerte de vértigo cuando me sé detrás de mí, frente a mí, a un lado de mí, arriba de mí, debajo de mí: soy, como dijo Whitman, una multitud; sin embargo, quiere decir otra cosa para mí esa multitud de la que hablaba aquel poeta: soy una multitud porque es de ese modo y no puede ser de ninguna otra manera. Ocupo todos los espacios del espacio, de ese infinito que se extiende infinitas veces sean necesarias para seguir siendo base del todo: sustancia negra. Vuelvo a mí y ya soy uno, solamente uno y en ese momento niego al otro y a los demás que soy yo porque ya no los ¿veo? Me enfoco en mí. Mi cerebro da el sentido necesario para fijarme y percibirme, al medio de la habitación, de pie, firme, erguido como el que más, y luego nada…, sigo haciendo otras cosas que sé están en todos lados, y sonrío porque al saberme ocupando todos los espacios, igualmente sé que las cosas están ocupando todos los espacios sin superponerse

Fijaciones

Es el perfil de la cara de un hombre, un solo perfil más allá de esta perspectiva no hay nada; parece como si fuese algo más, como si ese perfil se complementara con otro igual, pero no, es solo un perfil que se muestra incorrupto desde mi posición. Es un solo perfil y la nariz afilada, no más, y me hipnotiza, ¿es la nariz o el perfil el que me hipnotiza? ¿Es un estado hipnótico al que entro por mi grado de locura o es la nariz o el perfil que logra esta fijación que no se va y no se ha ido y no se irá? Y van infinitas noches en las que pienso en esa nariz y en ese perfil que eran solo eso y ya y espanta; yo no veo la hora de pegar el ojo, de dormir, de quitarme esta fijación que me está acercando a la muerte lenta.