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Mostrando entradas de julio, 2013

Silencios

Escribo esto bajo la callada sombra del silencio, la cual, sólo deja que la lírica contenida en estas líneas rompan un momento la mudez inherente a mí. Todos mis silencios son para ti,                                                       niña callada,                                                               enigma,                                                               artesanía que se me oculta, y soy objeto del desespero por no poder abrirte. Quisiera apenas un atisbo de luz para alumbrar el lado derecho de tu cara y en tu perfil leerte un tanto, conocer tu lado claro y descansar en él. El silencio vuelve                          —tanto silencio— acalla la pluma con la que escribo, y es cuando me escondo otra vez                                para pensarte.

Avance del octavo número de la revista Monolito

El octavo número del Monolito te presentará en portada la obra L'incroyable fragilité de l'être (huile sur toile 50 x 50cm) del artista plástico francés Francis Denis (más de su obra en interiores). Monolito abre con un interesante ensayo del escritor peruano Raúl Allain: “El ‘acúfenos’ o ‘tinnitus’ como medio, síntoma, de diagnósticos psiquiátricos como la esquizofrenia y otras psicosis” el cual nos da otra perspectiva y trato sobre temas psiquiátricos. Alejandro Montaño nos ofrece la serie: La Lucha Diaria. Una interesante serie de textos sobre uno de los espectáculos más emblemáticos de México, gracias a la presentación de los mejores exponentes que ha dado la Lucha Libre mexicana. En este número te ofreceremos la primera entrega: “ La lucha Diaria I: Huracán Ramírez”. La serie “Oficios” de la fotógrafa mexicana Karla Solorio acompaña los textos de nuestras distintas áreas. “Gravitaciones discursivas de La Orden de Palmira ” es la reseña l

Actos

Acto 1 En tierra de muertos no queda más que vivir, solamente por llevar la contraria; en ejercicio de rebeldía. El ir en contra de las manecillas del reloj, de lo establecido, luego, la libertad y ahí, el infinito. Acto 2 Es discutible el saber porque en realidad nunca se sabe lo suficiente para estar completamente seguro de que algo se sabe, lo único que puedo afirmar como una verdad, es la acertada percepción que tengo de estar escribiendo estas líneas. Acto 3 El engaño es un acto de amor, acaso el mayor de todos, porque gracias al engaño podemos seguir pensando que aquí encontraremos la felicidad, y en ésta la piedra angular del equilibrio anhelado. Acto 4 La vida es la muerte y viceversa. Eternidad es la nada y viceversa, todo cíclico y en ello el vértigo en acción sempiterna: acto perfecto de locura.

La muerte del Maestro

Todos los alumnos, apostados alrededor del catre, esperamos en silencio la muerte del Maestro. Balbuceaba, era difícil entender lo que decía; sin embargo, en su último esfuerzo, el Maestro dijo que la señal de su muerte sería dada al pronunciar su última palabra. Asentimos resignados. Al poco rato, los labios cansados del Maestro dejaron de moverse. Uno de los compañeros se acercó a él y colocó un espejo frente a su nariz y boca para asegurarnos que su partida era hecho consumado: así fue. Lo cubrimos con una sábana. Salimos de la habitación, nos reunimos, formando un círculo, apesadumbrados, empezamos a intercambiar anécdotas. A los pocos minutos escuchamos la voz larga, clara y nítida del Maestro, como en sus mejores tiempos, en los que habitado por la humildad, intentaba develarnos la verdad del mundo. Corrimos de regreso a la recámara siguiendo el hilo vivo de su voz. Descubrimos el cuerpo del Maestro, sus labios seguían grises, secos e inmóviles al igual que cada parte de s

El traslúcido

Estoy en el Apocalipsis de mi existencia, no sé si lo dicho por mí tiene algún sentido después de tomado el noveno trago de whisky. Pienso en mi soledad, en la patética forma dominante, habitante de mundos tan personales como son los míos y de tanta gente que no me interesa. Otro trago para mitigar las hambres de compañía. Compañía directa mejor, de la indirecta estoy lleno hasta el hartazgo. La silla me soporta porque tiene el deber de tolerarme, nació silla, por mí puede joderse hasta que dé mi último aliento polvoriento que será halito de resaca cultivada durante años. Ya me siento un tanto mareado, y la maldita hambre del cuerpo aparece, ¿por qué alimentar un “cuerpo” que da pena a mares y que al mismo tiempo es incapaz de ser alimentado? Todos, no sólo el mío que es réplica de los que andan en las calles con sus falsos rostros y sin embargo se sienten originales, únicos, diferentes. Basura. Lo diferente habita en la locura, los trastornos mentales, la depresión consumada en