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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Alguna vez fuimos niños

Y entonces algo dejó de ocurrir. Justo cuando estaba por darle clic a “comprar” el libro Comisión de las Lágrimas de António Lobo Antunes, la conexión a internet se perdió. Pensé que habría sido un error momentáneo. Culpé a la Tablet en un primer momento. Después miré el celular buscando la confirmación de que había vuelto a un pasado que ha terminado por ser demasiado lejano como para entender que se puede vivir sin estar conectado a la red. No es que fuera extraño que la compañía que ofrece el servicio no fallara nunca, es que no podía ser hoy, en esta noche que aburre de tan larga. Me quedé a medias en la lectura, quiero decir que sólo alcancé a leer la muestra, las primeras treinta páginas de la novela que te ofrecen de previa a la posible compra. Me costó aceptar el desconecte, entender que sí, que la vida puede ser así de muerta, así de sola, llena de ausencias.  Por unos minutos me quedé quieto sobre la cama, boca arriba, viendo que las líneas del techo no f

El mayor acontecimiento en la historia de la humanidad

Uno a uno entraban hombres y mujeres a la gran capital del mundo, también llamada como el Gran Templo o La Gran Biblioteca. Millones de ellos esperaban su turno. Las filas le daban varias vueltas al globo; sin embargo, lo que resguardaban esas paredes, era en extremo fascinante. Se anunció por años el momento en que los hombres jamás volverían a dudar de cosa alguna: serían dioses. Llegó el día.  Algunos se hacían viejos de tanta espera por entrar al recinto, pero aquellos eran los menos. Eso sí, una vez entraban al Gran Templo –pieza arquitectónica edificada al interior de una montaña—no tardaban sino instantes en abandonar el templo.  Conforme iban saliendo, se podía ver que ellos, estaban pasando por una especie de muerte lenta; sus rostros parecían expresar la mayor tristeza jamás conocida. Sus ojos no podían sostener más el mundo, su mundo. Caían entonces en una especie de vacío que los tumbaba sobre la grandísima plancha –y no era más que espacio puro— que se p

Las reconfiguraciones

Adónde ir cuando sales a la calle con el suéter al revés. Los zapatos dándose cuenta en cada uno de sus pasos que están mal puestos, que uno debe ir donde va el otro y viceversa. El cabello debería, de una manera natural, acomodarse en caída al lado derecho pero no es así, va echado atrás, como viendo lo que ha dejado, añorándolo. Sigue una plática y otra y otra y se da cuenta que nadie logra entender lo que está diciendo: “¿qué dice?” “¿es una broma?”, “Discúlpeme pero llevo prisa y usted me está haciendo perder mi tiempo”. Sigue y toma el café pero éste se derrama encima del mostrador porque resulta que quiso tomárselo de la única manera que no podía hacerlo. No parecía demasiado impresionado el hombre que ya empezaba a caminar hacia atrás. Las cosas sucedían ahora desde una perspectiva distinta.  Las personas caminaban a su lado y él las veía irse, como huyéndose de ese lugar al que tantos otros iban. La boca se torcía de forma lentificada. Los dientes cambiaron su posi