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Mostrando entradas de junio, 2015

El oficio de pensar

Martin Heidegger nos dice que en la errancia –de los caminos— se aprende el oficio de pensar. Sí, pensar es inevitable y todos podemos hacerlo, pero ejercitarlo y ponerlo en práctica requiere saber cómo y para qué utilizarlo, saber cuál es su funcionamiento, su razón de ser y de qué forma puede aplicarse lo que genera el pensamiento. No hay una manera o estructura general para pensar; es decir, cada persona tiene una forma de estructurar ideas y sentidos. El desarrollo de tales ideas con estructura definida tienen que ver con una proceso individual, así, esto es que el vientre donde se gesta el pensamiento es único.  No hay una fórmula infalible para pensar “mejor” o enseñar determinada estructura para desarrollar un mejor pensamiento. Cada uno de nosotros debe crear su propia arquitectura. Sin embargo, todos de buena o mala manera, pensamos, el problema es que no todos saben por qué se piensa ni mucho menos se ejercita dicho músculo sensible. Esto es que no

El sentido de las palabras

La RAE (Real Academia Española) define “palabra” en su quinta acepción como “empeño que hace alguien de su fe y probidad en testimonio de lo que afirma”. Tal empeño es producto de la confianza que tenemos en lo que decimos. La palabra es palabra en la medida que creemos en lo que contiene; es decir, su sentido. Creemos en cualquier palabra no por sus letras o el conjunto de ellas, sino por lo que significan, pero ahí es donde existe uno de los problemas mayúsculos de la humanidad y explica –un poco— por qué nos cuesta tanto trabajo entender o definir conceptos como la vida, la muerte, la eternidad o la finitud, por ejemplo, y esto es debido a que, como lo pensó Octavio Paz –voy a parafrasear—: a la palabra se le escapa parte de la totalidad de su sentido. Es decir, el sentido de todas las cosas es inabarcable (pertenece a otro lenguaje, tal vez, el primigenio) y así, la palabra sólo logra albergar una parte de su significado. Es por esa razón que tantos pensadore