Es
el perfil de la cara de un hombre, un solo perfil más allá de esta perspectiva
no hay nada; parece como si fuese algo más, como si ese perfil se complementara
con otro igual, pero no, es solo un perfil que se muestra incorrupto desde mi
posición. Es un solo perfil y la nariz afilada, no más, y me hipnotiza, ¿es la
nariz o el perfil el que me hipnotiza? ¿Es un estado hipnótico al que entro por
mi grado de locura o es la nariz o el perfil que logra esta fijación que no se
va y no se ha ido y no se irá? Y van infinitas noches en las que pienso en esa
nariz y en ese perfil que eran solo eso y ya y espanta; yo no veo la hora de
pegar el ojo, de dormir, de quitarme esta fijación que me está acercando a la
muerte lenta.
La violencia en nuestro país es un reflejo de nosotros mismos: de todo lo que hemos dejado de hacer en conjunto por el bien y mejoramiento de nuestra sociedad. La historia de México se ha vivido en un marco de violencia desde antes de la conquista hasta nuestros días: somos un país que está aprendiendo a vivir en libertad. No debemos olvidar que somos una nación muy joven con poco más de 200 años de ser una nación independiente. No podemos esperar estar en niveles de calidad de vida comparables con naciones como lo son las llamadas de primer mundo, pues ellos son el resultado de su vasta historia, en las que ya cometieron sus propios errores y de ellos aprendieron. Ahora nos toca aprender de los nuestros. Hay que tomar en cuenta que el ejercicio y aplicación de nuestras libertades las hemos podido ejercer apenas hace muy pocos años y es por está razón que muchos no saben qué hacer con esa libertad: para ser libres hay que saber serlo. Es palpable la violencia dantesca que
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