Habría que pensar en
amarnos, olvidarnos de las palabrejas humeantes que no hacen más que herirnos.
Desnúdate de rencores y falsos motivos combativos que terminan tasajeando
nuestros cuerpos de asustadizos niños. Despréndete de esas bellas amantes que
dices tengo, que yo haré lo propio: bañarme de confianza para poder vivir en
ti, otra vez.
Sí, ahora, olvídate ya
de las palabras; que el vino en tu boca las disuelva. Vamos, digámonos todo en
besos, que ellos nos reconcilien; para que busquen esa otra oportunidad que
nuestra soberbia no nos permitió decir. Unámonos a los excesos del sexo, con la
noche derramada sobre nosotros, escapémonos en la luz del orgasmo para cerrar
todo este placebo encuentro, que ya mañana, mañana no sabremos nada de
nosotros.
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