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En una madrugada cualquiera

A solas, de madrugada, déjate engullir por lo negro, baja el ritmo cardiaco, oculta la luna cerrando las persianas o recorriendo las cortinas de tu habitación para que de ella nada sepas. No te preocupes: los vecinos duermen, la calle deambula para sí misma y es muda ya. La vida deja de fluir, no existe, no como la conoces, no en cuerpos y movimientos… espera. ¡Quédate quieto y cierra los ojos y no pienses en nada…! Lo vas a escuchar te lo aseguro, solamente quédate sentado o de pie pero inmóvil, recuerda que él es tímido, resucita cuando duermes, y es que sale cuando te ve quieto y con los ojos cerrados, ¿ves por qué debes engañarlo? Para él no existe el tiempo, así que no desesperes, aguanta, ya te vio, eso seguro… Puede estar detrás de ti, descifrando tu lenguaje corporal, no mires, aún no. Déjalo creer, engáñalo. Podrías sentirlo si quieres, puedes imaginarlo en tu habitación, caminando despacio, su figura negra y espesa confundiéndose contigo y con todo. La madera truena y es que es la energía que despide ese ente que te conoce porque desea algún día tenerte. ¿Escuchas? Fueron pasos, leve sonido de pisadas, no te preocupes, quiere decir que está confiado porque te sabe dormido, lo has engañado. Es muy posible que escuches como si te hablara, un vago sonido sale despedido de esa masa negra que está contigo, te habla por tu nombre, te dice tu nombre en un susurro que puedes sentir en tu oreja; los pelos se te erizan. Y eso ya quiere tocarte, no tengas miedo, no te muevas aunque sientas que roza tu hombro. Ignora los ruidos que se escuchan en otras estancias de tu casa. ¡Es enorme!  ¡Tiene que encorvarse porque el techo no le permite erguirse! Los perros de toda la calle ladran desesperados como avisándote que estás en problemas, porque has caído en cuenta que debías dormir y no estar jugándole al curioso haciendo esto.
Ya es tarde y es tiempo. Lentamente abre los ojos, deja que las pestañas hagan de escudo, mira al frente, ellos difícilmente se colocan frente a su presa, pero está ahí, junto a ti, ¿ves? Míralo de reojo está a un lado de ti, te ve, lo ves y es cuando estás por terminar de leer esto y de reojo aún sin despegar la vista de estas letras pero sintiendo al ser cerca de ti -al que no voltearás para verlo porque si lo haces no lo verás- y desde esa rendija por la que puedes mirar a los lados cuando estas viendo al frente, lo lograrás ver. Y es cuando te das cuenta que eso te sabe vivo y tu lo sabes muerto. Ahora ya sabes que aquellos ruidos y sombras o cosas que veías y que negabas o lo atribuías a la casualidad, en realidad son producto de ese que allí habita.

Pero no te preocupes,  piensa que cuando te sientas solo y triste, o cuando estés en esas noches de aburrimiento y de insomnio, ahí junto a ti estará por siempre el ser, el muerto, el espíritu, el descarnado ¿el demonio?



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