Hagamos
un ejercicio, ¿te parece? Y aunque no, de igual forma ya inicié. ¿Qué? Ni yo lo
sé. Resbalo sobre lo blanco, como en el hielo, pero nada de pista de hielo, o
sea, no sé patinar. Es aventarse, de panza, si quieres, pero te deslizas y no
sabes a dónde vas a ir a parar, mas paras; que ni qué. Te digo. Entonces, ya
embarrado de lo blanco de la hoja no hay vuelta atrás. Palabrería dices, un
poco y qué, igual sigues como yo lo hago, para encontrar ese final que reposa
entre las líneas, como esperando a ver a qué hora el miope que escribe lo vea,
¿no? Pues igual y está, es decir: soy optimista y debo serlo porque mira que
sigo en el lienzo, escribiendo. Pienso, no tanto. Me desespero, poco. Igual no
hay nada… ¿o, sí? Qué extraña manera de encasillar ese “¿o, sí?”. Ve, esa “o” y
la coma y el “sí”, no checa, ¿no? Está como raro, sí, me parece que no debería ir
así, ¿o, sí? No importa. Bueno, ten en cuenta que me has obligado a escribir,
te dije que no tenía ganas de hacerlo hoy, es más, llevo una semana sin ver
historias en mi cabeza, excepto la nuestra que no se escribe. Te lo juro. Tú, ¿juras?
Dicen que no se debe jurar en vano… ¡Ja! Afortunadamente soy ateo gracias a
Dios, ¿ves? Está bien, sigo, tampoco es para que te pongas así. Si acaso ves la
historia no dudes en hablar, eh, decirme: “mira, ahí está”. Y yo: “¡¿Qué?!”. Y dices: “La historia corre que se va…”. Pero
entonces no entendería, o sea, así como lo dijiste porque ve: si dices “la
historia corre que se va” es que la historia está corriendo y se está yendo, ¿ok?
Sin embargo; si lo que quieres decir es que yo corra porque la historia se esta
yendo, pues reconsidera en armar tu oración de diferente forma, ¿estamos? No te
regaño, no te pongas así. Te quiero aunque estés así todo pálido. Somos como
hermanos, sé que si pudieras llorar lo harías, pero el agua ya me la he bebido
toda. Ni hablar.
Oye,
es hora, la policía no tarda en llegar: te dije que no gritaras tanto porque
los vecinos se iban a escandalizar, ¡los conoces cómo son! En fin que es hora
de meterte al maletero. ¿Recuerdas la falda del cerro del Chichiculiztl? Allí
te gustaba pasear, pues si no sabré, si nos criaron desde chamacos. Te voy a
enterrar ahí, don´t worry, bueno si me agarra la policía antes es por tu culpa,
y ya no me hago responsable de tu cuerpo. Bueno, vente, ya te quito de la silla
que te me vas a caer. Vámonos, ¡uf! sí pesas, caray, ¿pues no que cuando dejan
este mundo pesan menos? Ya está, aquí, sobre mi hombro no te caes, tranquilo,
pero no hay que abandonar la prisa que las sirenas se escuchan cada vez más
cerca, ¿ok? Andando.
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