Disfrazada
de soledad, mi madre, encuentra en el resquicio de un recuerdo, su pasado. Vaga
por los años sobre el mismo camino; rememorando el reencuentro revivido: en ese
medio día tan media noche, hincada a un lado de la cama, rezando y llorando, con
su padre recostado, desahuciado… espera, el momento, tragándose la nostalgia, de
despedirlo, otra vez.
Y
huérfana queda: hundiéndose en la fría recámara, se huye. Pensándolo junto a
ella, descansa, con la pérdida estancada; la que yo temo encontrar en ella.
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