Entre la bala disparada y el grito desgarrado, vago;
en el cabizbajo intento de no ver
aturdido por la sangre que expresa,
dolores conocidos, saboreados, degustados
por el paladar inundado de los míos,
aquellos inocentes que han clamado
la piedad merecida por los justos.
Viajo con piragua a mi pasado,
en los canales del añejo México
me deshago del hoy funesto,
mas el desconsuelo aparece en el encuentro
del destino de los nuestros:
los cuerpos mutilados sobre carreteras hirvientes,
gracias a los tiempos entregados en sacrificio,
detiene el huir del hombre libre
atándolo a la sempiterna lucha
por regresar la dolencia a los esclavos.
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