Las manos entrelazadas, sudan las esencias, se mezclan para no separarse. Los dedos se mueven nerviosos, se estrujan y empujan y se tocan y sienten sus formas; las uñas que solo observan. Manos enamoradas hacen el amor al roce de yemas; la pasión se desborda al sentir el calor de la fricción, y, al descanso, dejan a las palmas deslizarse por las líneas de sus vidas, para recordar todo lo que han sido juntas. Ya son una sola cuando sienten el tirón que el brazo ha ejercido sobre ellas. Las manos, aturdidas, son separadas, y éstas se buscan en el aire tratando de alcanzarse. Los dedos acongojados lloran, abrazándose al cierre de puños, añorando ya, a las que se alejan.
La violencia en nuestro país es un reflejo de nosotros mismos: de todo lo que hemos dejado de hacer en conjunto por el bien y mejoramiento de nuestra sociedad. La historia de México se ha vivido en un marco de violencia desde antes de la conquista hasta nuestros días: somos un país que está aprendiendo a vivir en libertad. No debemos olvidar que somos una nación muy joven con poco más de 200 años de ser una nación independiente. No podemos esperar estar en niveles de calidad de vida comparables con naciones como lo son las llamadas de primer mundo, pues ellos son el resultado de su vasta historia, en las que ya cometieron sus propios errores y de ellos aprendieron. Ahora nos toca aprender de los nuestros. Hay que tomar en cuenta que el ejercicio y aplicación de nuestras libertades las hemos podido ejercer apenas hace muy pocos años y es por está razón que muchos no saben qué hacer con esa libertad: para ser libres hay que saber serlo. Es palpable la violencia dantesca que
En la clase de danza una de las cosas que nos piden que cuidemos son las manos. Ellas, como prolongación de nuestro cuerpo, son capaces de transmitir toda clase de sentimientos.
ResponderEliminarUn abrazo