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Te beso en un recuerdo difuminado

Eres un recuerdo tan vago; incapaz de formarte en mi memoria. Tu rostro no termina por ser claro, como si fueses un ente difuminado. Unos ojos que no acaban por dar color. Pestañas que sobresalen por su negrura; tu boca la recuerdo vagamente: dos líneas muy delgadas hacían de labios, tu nariz es tu rostro y el cabello castaño termina por cubrir tu recuerdo. Lo lacio de tu cabellera se me presenta de espaldas a mi mirada, a mis ojos que te contemplan cuidadosamente, no saben si fuiste real, no saben si eres lo que en verdad decías ser. Tu nombre aparece sobre tu cabeza y por eso te reconozco y entiendo que el daño esta hecho, pero quiero recodar los buenos momentos, aunque en mi infortunio, solamente te encuentro en la indiferencia de tus actos, y es como si lo hicieses a propósito, como si con ello tu recuerdo se perdiera entre otros. Después, juego a las palabras y trato de resolver el crucigrama. Deseo encontrar en mi memoria, las respuestas que tu falsedad se ha negado a develarme. Escucho el ruido de los hielos cayendo en el vaso que espera el whisky. Me vuelvo hacia ti y veo tu figura degradada en colores pasionales; miro cómo tu lengua se asoma divertida, bromista, seductora. Lo mio es rememorarte en partes, y trato de armarte para generar a una mujer que sé que eres pero al construirte en la habitación de mi memoria solamente se atisban partes de un cuerpo bello que es el tuyo: te quedas en eso, en partes. Eres el remanente de una figura quebrada al choque con mi anhelo de verte. Y me esfuerzo en dibujarte desde los pies, pero tus palabras me desvían; una digresión a lo que pudo ser: tu y yo tomados de la mano caminando por algún bulevar y te beso, beso el recuerdo de tus labios, paso estos sobre el contorno de los tuyos, ahí se forman, se detallan, se estilizan, y es acercarme y sentir cómo contienes la respiración, lo esperas porque me atraes hacia ti, pero justo cuando te siento cercana a mi boca, las dunas carnosas que tienes por labios se achican, se esconden, se refugian en tu misterio; en el misterio aún no develado del porqué de tu indiferencia.
Me quedo en la despedida, ahí me estanco y no quiero irme. No quiero subirme al tren. Quisiera regresar y tomarte de la mano y no dejarte ir, y darte los besos que deseabas en tu interior, pero ni en mi memoria lo logro, ni en lo onírico te logro. Es magia el no poder dar luz a tu rostro; es un hechizo maléfico; es arte oscura el no poder besarte ni en un sueño. Y el tren parte conmigo, lamentando lo que dejé de hacer. Sabedor de los errores cometidos pero creyendo que no seria la última vez que te vería. Ahora la nostalgia me abofetea y me muestra que por confiado, ingenuo, poco previsor, te he perdido en la remembranza inconexa de esa tarde. Estoy impedido de regresar el tiempo, ni tu partida se sostiene en mi mente: ha sido erosionada de mi interior afligido. El último adiós fue un beso, frio de parte mía y así de fría fue tu despedida; despedida sin palabras, palabras que se quedaron anudadas en tu garganta y en la mía.
Es el adiós este recuerdo vago que no termina por serlo, esta búsqueda de un por qué, aunque la respuesta es tacita: es todo y nada, es lo que pudo ser y lo que no fue, es el infierno y el cielo, es mi boca y tu boca y nuestros cuerpos deseándonos, pero a fin de cuentas no fue nada, y ahora, bajo del tren y me pierdo en la multitud que nada sabe de nosotros.

Comentarios

  1. Muy profundo. Me ha encantado sobretodo, el último párrafo. Saludos

    http://silviaag.blogspot.com/

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    1. Muchas gracias por leer y comentar este relato. Saludos.

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