Sobre mis hombros mi padre, es tan difícil caminar con su peso a cuestas; me cuesta trabajo hasta respirar en ocasiones. He querido dejarlo, pero la culpa me hace recobrar fuerzas, pensar en el largo camino que aún me queda por recorrer me lacera. Ya llevo mucho camino andado, con mi padre acuestas, no quiero mirarlo, no quiero ver su sufrimiento, no quiero ver sus ojos cristalinos perdonándome, no hasta que mi espalda llore... entonces lo bajaré y esperaré a que lo haga. Prefiero seguir así, esperando que el final se acerque pronto. No me interesa ver el paisaje que flanquea mis pasos; no, solo quiero llegar y quitar a mi padre de mis hombros, recostarlo sobre la vetusta cama y entonces, en ese momento, decirle que me perdone. Implorarle con mi alma saliéndoseme del cuerpo que perdone mi indolencia, que olvide tantos años de abandono y silencio. Le quiero decir cuánto lo lamento.
Lo tomó de la mano como debí hacerlo en su lecho de muerte y le pido perdón, pero no contesta ni me mira; es en ese momento cuando vuelvo a echarlo sobre mis hombros y emprendo la caminata, una vez más. Esperando que algún día abra las ojos para que pueda perdonarme.
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