Antes que nada debemos conseguir una escalera, de preferencia una compuesta, de esas que al sacudirlas expulsan a otra más pequeña que, como hija de la primera, es más delgada y trémula.
De pie, frente a su casa, vea la forma más sencilla y menos peligrosa en que puede llegar arriba. De preferencia seleccionar una pared recta, no queremos aprender a escalar todavía. Las construcciones abstractas aún son difíciles de encontrar en esta ciudad. En ellas sería muy trabajoso poder colocar una escalera: sus paredes inclinadas conectadas por una ingeniosa visión, por los sueños de un incomprendido, formando una pieza única, se rehusaría por naturaleza, a sentir el frio metal plateado de una escalera. Pero no se preocupe, seguro su casa es una construcción cotidiana, simplista o normal, no debería de tener problemas en encontrar una pared recta y que, al final de su textura lisa, en la orilla de la azotea, no se encuentre un tejado o algo que pueda dificultarle su tarea y que ponga en peligro su vida o que se asuste de más la pequeña escalera recién nacida justamente cuando ya esté arriba.
Recargue sobre el muro seleccionado la escalera. Miré hacia arriba, lo primero que hará instintivamente será mirar el firmamento azulado: ignórelo. Piense en que tal vez sean como 5 o 6 metros lo que tendría que subir. Busque el mejor apoyo para que las patas de la escalera descansen seguras sobre el piso. Si está cuarteado el piso o inclinado, no se preocupe; siempre y cuando con sus dos manos recargándose sobre la escalera y empujándola con fuerza hacia enfrente, se dé cuenta que no tiembla y que sus patas (las de la escalera) se mantienen firmes pegadas contra el piso.
Ahora que ya la escalera esta firme en el piso, recuerde cómo subir una escalera. Si no lo sabe, es recomendable que primero lea las “Instrucciones para subir una escalera” de Julio Cortázar. Una vez hecho esto, vuelva a mirar hacia arriba, piense en la altura; recuerde que usted no debería estar haciendo esto, recuerde la acrofobia que padece. De media vuelta y váyase.
A Cortázar al cual espero encontrar en otra realidad.
Ufff, que vértigo... fascinante, saludos.
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