Por las noches me observan; se asoman, ¿para qué? No sé, pero están ahí. Son formas negruzcas que aparecen y desaparecen frente a mí. Los veo de reojo, y me ven, y se esconden detrás de un muro, y salen al verme distraído. En ocasiones, temo que puedan tocarme, que tiren de mis pies para sacarme de la cama. Me horroriza el pensar que, de pronto, puedan jalar las sabanas que me cubren… Me ven y se divierten al oler el miedo que se desprende de los poros de mi cuerpo. Últimamente los he percibido más cerca; he visto que me asechan, puedo sentir cuando llegan, casi siempre, pasada la una de la madrugada. El televisor encendido hasta muy entrada la noche y yo espero que el sueño me venza para dejar de verlos. Al quedar totalmente a oscuras, cuando la luz de la lámpara ya no mancha de amarillo las sabanas blancas que me cubren, la madera truena. En ocasiones escucho ruidos del otro lado de la puerta de mí recamara. Puedo oír objetos caer al piso y me sobresalto e inmediatamente enciendo la luz para que ésta me de la respuesta lógica que el corazón busca para desacelerar el ritmo; pero aquí nada ha caído: juegan conmigo. Dudo en volver a sumergirme en la oscuridad, en ese terreno donde ellos habitan y son libres. Trato de dormir, sabiéndolos cerca, y distraigo a mi mente pensando en los sueños que puedo cumplir o en las oníricas imágenes de lo que no seré más que en la fantasía. El viaje imaginario permite al sueño abrazarme piadosamente, y cuando vuelvo a abrir los ojos, la luz del sol entra por el ventanal y sé que se han ido. Pero esta noche mis ojos no se cierran y las sombras se desprenden de las paredes; estoy tratando de dormir, juro que lo intento, pero no puedo. La madera truena, y las máculas macabras se mueve, y se asoman y juegan, y tiran objetos en otra realidad porque aquí nada ha caído, y todo esta ocurriendo al mismo tiempo, y yo ya siento que en cualquier momento tomarán mis piernas y tirarán de mí hasta arrojarme al suelo; lo harán esta noche; por fin podrán tocarme. Escucho voces; están en mi mente: “matate” han dicho. ¡Ríen, ríen! Sudo y musito una plegaria esperando que no se apoderen de mi… esta noche.
Les comparto la portada del segundo número de la revista literaria Monolito . El arte en portada es del artista plástico José Molina Jule (El Salvador) con su obra Verdugos de Magdalena. En el número 2 de la revista Monolito encontrarán el ensayo de Gerardo Bono González (México) llamado “El libro sobre la silla” en donde el autor inicia cuestionándose: “¿Debe haber un libro en la silla presidencial? ¿Qué repercusión tienen las lecturas de un primer mandatario en la toma de definiciones? ¿Quiénes gobiernan mejor, los presidentes que han leído, por lo menos a los clásicos, o quienes definitivamente no han recurrido a la literatura para ampliar su acervo cultural?”. Con las letras aún de luto, el escritor y poeta Alejandro Montaño (México), escribe desde lo más profundo de su alma “Carlos: escritor de pluma fuente” a manera de ensayo-descargo por la partida de Carlos Fuentes. Javier Sachez (España) cruza el océano para ofrecernos una reseña literaria acerca del ...
mmmmm me da miedo
ResponderEliminaratrapante relato muy bien narrado