El
hombre –productor y director de películas venido a menos- deseaba un regreso
triunfal; para eso debía hacer la mejor película jamás realizada, y se puso como
meta conseguir a lo mejor de lo mejor en la industria del cine, para llevar al
éxito tan ambiciosa empresa. Lo primero que hizo fue hipotecar sus últimas
propiedades, sacar todo el dinero de sus cuentas bancarias; a su mujer le quitó
las tarjetas de crédito, cambió números telefónicos, correos electrónicos para
que sus hijos no pudiesen localizarle. Hecho esto hizo algunas llamadas, y con
la lengua cargada de billetes, compró los derechos de la novela de moda para
llevarla a la pantalla grande; consiguió al mejor guionista de la época para
que adaptase la novela al cine; habló con amigos que a su vez hablaron con
amigos que a su vez hablaron con los actores más taquilleros de la actualidad y
dieron el sí –después de leer el guion-. Mandó traer a los mejores
escenógrafos, maquillistas, vestuaristas y demás profesionales de todas partes
del mundo para que todo estuviese perfecto.
Las
locaciones donde se filmó la cinta eran increíbles paisajes neozelandeses. La
película se rodó en pocos meses y un año después se presentó en todas las salas
del país.
De
la película hablaban todos: entrevistas, portadas en revistas especializadas,
programas de espectáculos, diarios; cortometrajes que dejaban boquiabiertos a
todo el mundo. Un mes antes de su lanzamiento ya se hablaba de la cinta
cinematográfica en todos los rincones del globo terráqueo. Los actores estaban
en la cúspide, y no se cansaban de recibir halagos; el escritor de la novela,
por fin pudo comprarse el Ferrari que tanto quería; actores secundarios al poco
tiempo ya compartían fama con las estrellas; el compositor de la banda sonora estaba
llovido de propuestas. No hubo nadie que no consiguiera beneficiarse del filme,
excepto el director, del cual se hablaba poco, porque había tanta estrella
involucrada en la película, tanto que hablar acerca de la película y de lo
impresionante que se veía en tercera dimensión, que quedaba poco espacio para
hablar de él. Así, llegó la premiación a lo mejor del cine -meses después y ya
que la película había roto todos los records en taquilla; la gente no dejaba de
hablar de lo increíble que se veía, de las actuaciones, de los escenarios,
etcétera-. El filme arrasó con los premios a mejor actor, mejor actriz, mejor
papel secundario, mejor película, mejor película de la última década; premio
honorífico por más de 50 años de trayectoria –dado a la estrella de los años 50s,
y que en esta película salía dormido en una mecedora cinco segundos-; también
obtuvo el premio a mejor mascota en filme –por el perro salchicha que le ladró
al oso que estaba a punto de comerse a su amo-. Los premios de mejor guion
adaptado, mejor fotografía, mejor banda sonora, igualmente se los llevó la
película. El premio a mejor director fue dado a John Collins –director joven
que con poco presupuesto y actores que iniciaban su carrera, realizó el filme-
por su película “Victoria”.
Meses
después de la premiación, el director pagó –con los últimos billetes que le
quedaban-una nota en un diario local para que se hablase de su trabajo y
participación en la exitosa película.
Comentarios
Publicar un comentario