Perdóname por todo lo que te harán, por todo lo que
vas a sufrir, por los oscuros días que te esperan.
Esas palabras resonaron por toda la bolsa orgánica
que lo envolvía, al tiempo que veía delante de él, una luz que se internaba en
su oscura morada; algo lo empujaba hacía el fulgor que se acrecentaba de a
poco. De pronto, sintió unas manos frías, delgadas, que lo sostenían en el
aire. Ahí, lloró por el miedo a lo desconocido. Pero hoy,
aquí en el Huerto de Getsemaní, en esta noche de luna viva, lo veo doblado,
musitando, orando, llorando; pero ya no llora por no saber qué pasará, sino por
recordar la disculpa que su padre le ofreció treinta y tres años atrás.
Magnífico micro!!! Se me erizó la piel al llegar al final. Te felicito!!!
ResponderEliminarUn gusto encontrarte acá, y poder seguir leyendo cosas tuyas, estoy un poco alejada de MP, así que te invito a mi blog también para seguir en contacto. Un abrazo enorme.
Gracias, Sindel, por visitar mi blog y comentar. Ya sigo tu blog. ¡Abrazos!
EliminarPrecioso texto Juan, y sobrecogedor cuando aun nuestra Semana Santa está tan reciente.
ResponderEliminarAbrazos