derriba al prójimo, ¡qué no escape!
Ahuyenta sus sueños tangibles,
hazlo caer desde lo más alto,
que no logre retomar el vuelo.
Déjalo hundirse junto contigo
aquí en tu sentina morada.
¡Qué llore tus lágrimas, y
sienta el ardor de la herida abierta!
Que se recargue en tu hombro
y muera junto a ti.
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