En las paredes los carteles imperantes advertían con sus “no pasar”, “no cruce”, “prohibido salir” a todo hombre que osara siquiera pensar en irse. Me abrumaba la cantidad de letreros en tan poco espacio. Al fondo la puerta de salida, en la salida la luz asomada en vertical, esperaba ser descubierta en su totalidad. Intenté en varias ocasiones cruzar –junto con otros- con la astucia sigilosa de un gato mágico, me liberé de una veintena de anuncios prohibitivos mas no llegué a tocar con mis dedos la puerta de salida y di vuelta apesadumbrado, sorteando cuerpos de intentos vanos, y en el rincón gélido de la habitación me hice un espacio entre muchos más como yo. En un tiempo que he perdido vi el despertar de la noche con la luna al fondo viéndonos, desde su privilegiada libertad. A tientas toqué a los hombres que consideré más despiertos para intentar, al amanecer, cruzar por la puerta abierta que por tanto tiempo nos ha llamado. No sé si seré yo, mañana, uno más de los cuerpos ...