Ahí
los muertos, en los muertos moscas verdes se adosan en las lenguas
secas, asomadas de las bocas entreabiertas de unas cabezas que son mías y
de todos. Alrededor pedazos de mí se confunden con otras partes de
otros que igual sufren la duda; duda por no saber hacia a dónde andar,
sorteando los órganos de nosotros, levantando las piernas para no
manchar los pies que ya no son sino aire en forma de piernas que avanzan
hacia la nada: esa realidad intangible que se pega en nosotros los
errantes de un sueño que no termina… y levanto la mirada, y es una
alfombra de fiambres que parece sonríen socarronamente a los caminantes:
todos.
La violencia en nuestro país es un reflejo de nosotros mismos: de todo lo que hemos dejado de hacer en conjunto por el bien y mejoramiento de nuestra sociedad. La historia de México se ha vivido en un marco de violencia desde antes de la conquista hasta nuestros días: somos un país que está aprendiendo a vivir en libertad. No debemos olvidar que somos una nación muy joven con poco más de 200 años de ser una nación independiente. No podemos esperar estar en niveles de calidad de vida comparables con naciones como lo son las llamadas de primer mundo, pues ellos son el resultado de su vasta historia, en las que ya cometieron sus propios errores y de ellos aprendieron. Ahora nos toca aprender de los nuestros. Hay que tomar en cuenta que el ejercicio y aplicación de nuestras libertades las hemos podido ejercer apenas hace muy pocos años y es por está razón que muchos no saben qué hacer con esa libertad: para ser libres hay que saber serlo. Es palpable la violencia dantesca que
Espero que el más allá no sea para nada parecido a lo que describes.
ResponderEliminarDa miedo.
Abrazos, Juan