Me siento tan débil, cansado, con el estomago descompuesto; con su inerte cuerpo sobre mis hombros, lo cargo y sigo, mientras sus huesos se hacen más pesados. Un bulto de muerte se enreda en mi cuello, me aprieta –castigo merecido-, y hace unas horas que se ha ido, pero sigue aquí conmigo, no me suelta. Quiero desprenderme de su figura en mi mente y no puedo, su lengua me recuerda que fue fiel hasta que no pudo ni levantar la cabeza para mirarme. Culpa cubierta de pelaje blanco, recuerdo perpetuo; sentirnos en la infancia del primer encuentro -remembranza perene-; inocencia perdida con los años no me vuelve; en tu lenguaje: amor de perra. Toda una vida y tan distintas; aún no sé si te deje morir o es que sabía lo inevitable. Dura hasta el final, vientre de perra pueblerina donde te gestaste, de ahí la fuerza que siempre demostraste. Roble, hierro, piedra por cráneo, dientes que trituraban huesos como si tuvieses 5 años y no 17. ¿Adónde irás? ¿Dónde estás ahora?, pues en el espejo no t...