En
el cierre del año pasado (2012) se realizó un análisis por parte de la
Fundación Mexicana para el Fomento a la Lectura en la que se mostró una baja en
la cantidad de lectores, específicamente del 10% entre los años 2006 y 2012.
Hay
diversas causas por las cuales el mexicano ha dejado de leer, digamos, página y
media menos, porque vamos que nunca hemos sido un país lector –sí de grandes
escritores paradójicamente-. Algunas razones por las que no se lee: falta de
tiempo, el no saber qué leer; las pésimas formas en las que, los profesores de
educación primaria y secundaria, obligan al alumno al acercamiento al libro;
falta total de una motivación para leer; diversidad de medios que se tienen al
alcance para entretenerse, y que al libro se le ve como un objeto académico.
También la falta o nula capacitación que tienen los dependientes de librerías
importantes que son incapaces siquiera de buscar debidamente por nombre a un
autor en la computadora.
Así, puedes llegar con toda la intención de comprar un
libro –nombre de autor en mano y título de la obra-, acercarse al dependiente,
pedirle el libro; recibir la contestación negativa –ya sea que escribió mal el
nombre en la computadora, o bien no lo hubo-, pero no recibir ninguna opción
alternativa al tipo de lectura que se estaba buscando. El desconocimiento de su
producto, en el terreno de los libreros, es abrumador. Y la falta de compromiso
por capacitar bien a sus empleados por parte de las grandes librerías, no
solamente afectan su propio negocio sino al lector casual o potencial.
El
lector no tendría problemas al estar
sin guía en una librería, porque tiene en su cabeza infinidad de libros por
comprar y regularmente saldrá con uno o varios libros de allí, pero ¿y los
demás? Que se queden sin leer, que se alejen de la lectura, que al fin no hacen
falta, después de todos nuestros representantes en las distintas dependencias
de gobierno han leído 2 o 3 libros en su vida, y eso por obligación. La
televisión está llena de personajes que entre risas aceptan que no leen; los
deportistas que más se admiran en México son los futbolistas y jamás un niño
los ha visto leyendo; los músicos tampoco, los actores de telenovelas
(estrellas en México) tampoco leen, en fin, todo lo que tienen exposición
mediática va en contra del libro, porque simplemente no aparece, no existe; sin
embargo, son exitosos, entonces: ¿para qué leer si en todas las historias de
éxito que nos presentan en radio y televisión nunca aparece el famoso libro?
Sí,
de un tiempo a la fecha se han hecho nobles causas en favor de la lectura con
comerciales en televisión, pero no ayudan en nada. ¿De qué sirve que me digas
que lea si no me dices que función practica tiene en mí y mi entorno el leer?
¿Cuáles son los pros y contras de una sociedad lectora y no lectora? ¿Ejemplos
de países lectores? ¿Cuál es la calidad de vida de un país lector y la de uno
no lector, y qué problemas sociales aquejan y cuáles han superado gracias a la
cultura? Tal vez, si empezamos a ejemplificar los efectos favorables del libro
en el plano personal y social a los alumnos de educación primaria, tengamos en
el futuro más lectores. Otra sería ofrecer textos cortos, relatos breves,
microrrelatos, poemas, breves ensayos, porque es claro que hay poco tiempo para
leer, ya que la esclavitud moderna es una realidad palpable en el terreno
laboral en México. Hay muchas formas en las que podemos atacar el problema de
la falta de lectores, porque sí hay potenciales lectores y muchos; nada más hay
que ver, por ejemplo, la cantidad de buena o mala literatura que se lee en
internet, y que tiene lectores.
Pero no debemos lamentarnos por este 10% menos en materia de lectores, porque
no refleja por completo el sentir de la gente con respecto al libro. Lo que sí
se debe hacer desde las dependencias de gobierno encargadas de la cultura,
tanto más en las escuelas de educación básica, es el crear nuevas estructuras
que logren generar lectores. Porque es una realidad que el sistema educativo en
México está orientado para sacar ingenieros, médicos, arquitectos, hombres de
ciencia, etcétera, pero que no se olviden que la lectura y todo lo que esto
conlleva y genera (humanistas, escritores, lectores, libros, ideas) han y siguen contribuyendo mucho en el
desarrollo de las sociedades.
Y
ya encarrilado: del 20 de febrero al 4 de marzo, estará la Feria Internacional
del Libro del Palacio de Minería, en el Distrito Federal. Habría que darse una
vuelta.
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