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El inmortal J.M. Coetzee

Escenas de una vida de provincias son las memorias noveladas del escritor sudafricano y ganador del Premio Nobel de Literatura en el año 2003, J.M. Coetzee. El libro se compone de 3 obras: “Infancia”, “Juventud” y “Verano” (escritas con anterioridad), que en conjunto consiguen ser una obra monumental, nunca mejor aplicado el término: una obra maestra. 

No hay temor en decir que Coetzee consigue una prosa magnífica, allí nada sobra ni nada falta, la comunión entre lo que quiere decir y dice es perfecta. El movimiento en cada una de las líneas escritas en la obra está en armonía, se adecuan al tema que está tratando. No teme ni duda al desahogarse de su vida en cada página, y entonces la obra crece, porque dentro de la ficción, que él deja entrever puede existir, está una vida de nube negra que contiene su agua para no mostrarse de una manera fácil, burda, vulgar o incluso cursi. Se narra y es implacable en todos los escenarios done sitúa al lector: permite y quiere que el lector vea la vida de un hombre en constante lucha por lograr un poco de poesía, de abstracción, de huirse a otro mundo porque éste le parece tan carente de muchas cosas; los actos sexuales son un escape, un pedazo de algo que no termina por llenar sus vacíos. Para él su padre, madre y en general su familia, son el mundo que no le produce nada, el que habita de mala gana, con el que convive porque no le queda de otra.

En su prosa hay dureza, pero con esto no quiero decir que en ella habite rigidez alguna, por el contrario, siempre va y ve al frente, buscándose; parecería que el autor estuviese escribiendo la obra para encontrar qué falló con él, por qué del menosprecio constante que tiene hacía el mismo, por qué de ese dejo de infelicidad en todo lo que hace; y lo encuentra, el fallo. Coetzee es capaz de hallar, entre todas sus ganas por mostrarse como un tipo sin rumbo, sin éxito y sin suerte, al verse frente a él en las líneas, su respuesta, y de paso, al lector que lo ve desde lejos, desnudo.

No hay en Coetzee vanidad, no hay ganas por victimizarse, simplemente se presenta y al hacerlo es espejo de muchos, pues ahí se verán reflejados, y con ellos su profecía, que puede ser poética al final de cuentas, vista al tiempo y de lejos; sin embargo, para llegar al final se tendrá que padecerla, sufrirla, después de todo como el mismo Coetzee entiende el tema: la poesía nace del sufrimiento.

J.M. Coetzee es un escritor que no le pide nada a nadie, que eclipsa; autor que abarca siglos, que hace ver fácil el terreno de la escritura, pues en la simpleza de su gran prosa se ve el talento, los años, las herramientas de un escritor dentro del tiempo, no del tiempo encasillado, no del reloj y sus horas, sino de esa sustancia donde todo ocurre y muere en el mismo instante.

Coetzee nos lleva a reflexionar, tácitamente, si vale la pena seguir gastando tinta para escribir una línea más, si ya no se puede mejorar lo inmejorable.

Escenas de una vida de provincias
Editorial: Mondadori.
Primera Edición en España, junio, 2013.


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