Hay
un devolverse inevitable del todo, y yo vengo de las entrañas de la sustancia
alma, he visto lo que me ha permitido mi fe, todo, un completo gelatinoso, una
serie de paraísos que antes se me ocultaban; vi el todo en mí, el universo
entero en mí, y fue tan grande, tan lleno de espacios sin vacíos, que a la vez
inexplicables, desde una fuerza que entiendo era mi sustancia alma: las
entendí, percibí y asentí como la absoluta verdad. Intuí desde el inicio una
satisfacción consumada en el allá donde llegué cegado por luces de colores
suaves que iban deslizándose muy calladamente, y con una prisa de ángel que te
da la bienvenida y dice mediante un pensamiento continuo que siga y seguí, con
la sustancia tiempo de observador, con la sustancia del centro equilibrando las
realidades superpuestas.
La
mezcla, la fusión de sustancias, un revoltijo perfecto de inteligencias
creadoras es lo que vi en ese lugar mágico, bello de mi interior; supe entonces
que no hay sino sustancias, vida, infinitas vidas, infinitas realidades como un
vaso, como un tronco de un árbol que parece muerto pero por seguir ahí vive, su
composición es vida y soy también ese tronco y el tronco es yo mientras escribo,
y el cielo con sus nubes y su sol imponente sabe que es un yo. Es indescriptible el latido del corazón, la rapidez de éste,
cuando se sabe universo, materia, antimateria, energía, sustancia, idea,
pensamiento; tierra, carne, objeto, creación humana: tiempo.
Soy
desde todos los puntos cardinales un observador,
ente-cuerpo-energía-sustancia-tiempo que ya no siente porque cuando el todo
siente en un mismo instante éste se anula, se yuxtapone hasta dejarse en una
sola sustancia que soy yo y entonces me doy cuenta que el centro, equilibrio
del todo, el instante único no es un qué ni un quién simplemente es y yo al
seguirlo, sin ningún tipo de visión premonitoria, encontré la semejanza de la
que uno de sus hijos corpóreos del todo
hablaba.
Ya
en este punto claro, blanco, experiencia extracorpórea, puedo ser piedra,
arbusto, pasto, flor, árbol; tierra, mar, viento, nube, sol; pierna, brazo,
ojo, nariz, órgano interno, papila gustativa. Puedo y también soy escritorio,
papel, hoja, renglón, pluma con la que escribo y sigo escribiendo, y puedo
seguir con esta acción por la eternidad que ya soy, mientras Parménides,
Sócrates, Platón Aristóteles; sor Juana y Cervantes juntos soy; soy todo el
siglo de oro español también, todas las corrientes literarias de la humanidad;
incluso soy el antepasado, el antes de ayer en Altamira donde pinto bisontes y
pongo altares funerarios; y también soy toda la pintura y la escultura y la
fotografía; el no arte, la degradación, lo inculto, lo aberrante, lo violento,
lo inhumano, la indolencia y lo que me digan soy en un instante, porque ya soy la eternidad, el universo: el
infinito tiempo.
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