Ir al contenido principal

El hombre inacabado


La vi de lejos, estaba sentada esperándome en las escalinatas que subían hasta el interior de la universidad, allí donde quedamos de vernos. Traté de ocultar los nervios restregándome las palmas de las manos en el pantalón: lo logré a medias. Ah, me gustaba tanto…, verla desde mi posición era la visión perfecta: aquí, en la no-correspondencia del amor, el amor puro. Dudé en acercarme, la táctica fácil de llegar y saludarla de forma segura: sonrisa, beso en la mejilla, palabras y más palabras soltadas a suerte de que en el rostro de ella se esbozara un gesto de alivio. Después, empezar con el arte de conocernos. Sin embargo, seguí del otro lado de la calle, con el anhelo negado por el miedo a lo desconocido; incógnita donde radica mi soledad.
Al poco rato la vi impacientarse, miró dos y tres veces su reloj, su cabeza de izquierda a derecha en un acto imposible por encontrarme. Ella sabía mi nombre, conocía mi voz y nada más; yo, seguía mirándola en una acción con la cual podría acusárseme de ventajoso, pero lo que ignoraría el que se atreviese a dar ésa afirmación, es el hecho de saberme inútil en cualquier caso de hacer valer la condición de ventaja.  Y es que ante el espejo soy el mismo tipo de la fotografía que le hice llegar a ella, esa misma en la que hay apenas un asomo de mi cara oculta en la oscuridad, como mecanismo de defensa ante una posible pérdida de comunicación; el vínculo a base de voces que habíamos formado pero que llegado a un punto se hacía imposible mantenerlo. Tendría que verla; y ella, con una seguridad abrumadora me dio santo y seña de su físico, y así evitar confusiones y alejamientos. Dijo: “no sé si podré reconocerte; casi no te ves en esta foto” y yo solamente atiné a decir que no se preocupara porque yo llegaría a ella.
Me fui. Caminé en dirección contraria a la universidad, seguí hasta frenarme en una tienda de ropa, no por ver las prendas con las que posaban los maniquíes, sino para verme en el reflejo del cristal, y detenerme en las cicatrices de mi rostro desfigurado y a la vez limpio y claro. Pasados los años, sigo preguntándome el porqué de mis malformaciones y con ello, de mi desgracia.

   



Comentarios

Entradas populares de este blog

SEGUNDO NÚMERO DE LA REVISTA MONOLITO

Les comparto la portada del segundo número de la revista literaria Monolito . El arte en portada es del artista plástico José Molina Jule (El Salvador) con su obra Verdugos de Magdalena. En el número 2 de la revista Monolito encontrarán el ensayo de Gerardo Bono González (México) llamado “El libro sobre la silla” en donde el autor inicia cuestionándose: “¿Debe haber un libro en la silla presidencial? ¿Qué repercusión tienen las lecturas de un primer mandatario en la toma de definiciones? ¿Quiénes gobiernan mejor, los presidentes que han leído, por lo menos a los clásicos, o quienes definitivamente no han recurrido a la literatura para ampliar su acervo cultural?”. Con las letras aún de luto, el escritor y poeta Alejandro Montaño (México), escribe desde lo más profundo de su alma “Carlos: escritor de pluma fuente” a manera de ensayo-descargo por la partida de Carlos Fuentes. Javier Sachez (España) cruza el océano para ofrecernos una reseña literaria acerca del ...

REVISTA LITERARIA MONOLITO

Con una idea clara nace un proyecto nuevo de revista literaria. Necesitamos, urge, que este país (México) cambie su mentalidad. Debemos acercar la literatura a la gente que entiende por libro algo inalcanzable y difícil. Acerquemos a las personas de a pie las letras para que se den cuenta de que éstas existen, no muerden y, sobre todo, que aprenderán y se divertirán al mismo tiempo. Esa es una forma de contribuir para el mejoramiento de esta sociedad. Evidentemente, con una sociedad más culta, tendremos mejores gobernantes, pues sabremos escogerlos mejor. Dejemos que cada persona se eduque en base en lo que la cultura puede ofrecerles: en este caso la literatura. Bajo estos ideales nace la revista literaria gratuita Monolito . La fecha de salida será el 2 de mayo. Arte de portada: La casa amarilla de Sergio Astorga. Para colaborar en el terreno de relato, microrrelato, poema, ensayo, reseña literaria, pintura y escultura, ponemos a su disposición el siguiente correo e...

Carta de Julio Cortázar a Octavio Paz: el encuentro con la inmortalidad

Dejé la taza de té sobre la mesilla y al olvido el ardor de garganta con la que he convivido toda mi vida, abrí entusiasmado el tomo dos de Cartas1955- 1964 de Julio Cortázar (editado por la inalcanzable Alfaguara –hablando en pesos). El tomo uno descansaba exhausto en el librero después de haberlo hecho mío por un par de días. Allí Cortázar sigue siendo joven: profesor normal, catedrático, hombre de viajes por el interior de la Argentina, de dolores por la pérdida de amigos queridos; risas, misivas llenas de humor; poemas, lecturas; Presencia y su seudónimo Julio Denis. Cocó. La otra orilla , El examen . Su tan querido Keats al que le dedicaba muchas horas y del que tanto hablaba. Su tan citado Rilke; aquellas primeras apariciones importantes en Sur . Besteario ; el descubrimiento de los divertidos Cronopios y hasta una carta del fantasma de su padre pidiéndole que firmara en el futuro como Julio Florencio Cortázar y no como Julio Cortázar ya que podrían confundirlo co...