¿Qué leer? La pregunta del millón. Desde niño supe que era importante leer, pero hasta ahí. Mi padre se encargaba de recordarme cada que me veía sin hacer nada que sería mejor que leyera, que ello me quitaría lo ignorante: “lee, lee, lee” decía. Yo le contestaba con sí la misma cantidad de veces que me decía que leyera. Recuerdo que en casa no teníamos muchos libros, acaso había en mi recamara 12 tomos de una enciclopedia, almanaques de 1984 al 89, cuentos ilustrados infantiles que me supongo me leían de muy chamaco. Tengo esbozos de aquellos años, algunas imágenes que me han quedado de mí hojeando esos tomos de la enciclopedia que me eran útiles para la escuela. Luego, en primaria, a razón de no sé qué, a un "genio" se le ocurrió que había que poner a leer diariamente a los alumnos, en casa, forzosamente 20 minutos. ¡Muy bien! 20 minutotes del Principito que acabé odiando a la fecha. La cocina era pequeña y pegado a la pared hacía una lectura -llena de ...