No recuerdo que sonriera mucho, un par de veces quizás; y solo una de esas veces en la que alguna tontería tuve que decirle, la hizo sentirse un poco más cercana a mí, de esos momentos escasos, porque siempre fuimos un tanto de amor de lejos, en la distancia, como en una suerte de protección, de modernidad. Tampoco recuerdo haber sonreído lo suficiente, ni para ella ni para mí, todo fue más un cierto tipo de ausencia, eso que nombrábamos poco, esa relación que nos costaba siquiera darle un sentido, un carácter que nos hiciera maduros, que nos juntara a cierto tiempo. Fuimos apenas algún deseo, alguna idea, un querer poco desarrollada, tal vez nos alcanzaron las cosas anteriores, los vicios de otros, las inseguridades de otros, los traumas producidos por otros, las derrotas. Demasiado adultos, nos vivimos quizá desde una edad que no nos correspondía, no permitimos que los elementos se alinearan de la forma correcta, intentamos modificar el ru...