Ir al contenido principal

Vi a una mujer desnuda



Ella me pregunta por la verdadera desnudez, en un día cualquiera, sobre una cama cualquiera…

Pienso que la verdadera desnudez está lejos del cuerpo -yo, apenas, afirmo-, y empiezo a hablar de símbolos y de signos, de cuerpos y sensaciones, de espacios...


Sus espacios abiertos, son poros, por donde van todas mis esencias, las más profundas, las más sensibles.


Es un hecho: a la palabra desnudez la confunde el cuerpo: cierto, no es en todo caso culpa de la palabra, sino del sentido: al sentido lo confunde el cuerpo. No: tu cuerpo desnudo es la máscara que hace que se equivoque el deseo. ¿Cuántas veces confundiste el impulso animal sexual, con el más alto grado de manifestación del amor? Hay fuera del cuerpo, otra cosa que tantos ojos no han visto, porque aquello, es imposible de ver. 


La profundidad de tu desnudez, la exterioridad más sublime de tu desnudez, está en tus gemidos, en tu cara desfigurada por cada uno de los signos que entran en ti, en cada una de mis caricias sobre tu cuerpo –tu éxtasis-, en las palabras ahogadas por el placer que dices sin apenas mover los labios, con tus uñas rasgando mi espalda: conjunción de ambas poéticas. 


Tu intimidad expuesta descansa en la extensión de tu orgasmo, allí, en esa comunión de elementos sensibles, puedo verte como yo quiero, mas ahí también, muchos te han visto como nunca quise, aun sin conocerte, que te vieran.


No es tu pasado, es porque tú conjuntas los tiempos.

No es machismo, es amor. 


En este tu descanso más claro y suave, me has dicho como aquella que lo ha vivido todo, con tus mejillas rosadas palpitantes, con tus labios húmedos, y con una gota de mi sudor cayendo por en medio de tus pechos, que yo he visto el resplandor de tu desnudez como ningún otro, que aquellos, no saben que te vieron completamente desnuda.


Y eso, amor, es suficiente, para olvidar por un momento, a mis fantasmas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La violencia como producto de la sociedad (ensayo leído en el encuentro)

La violencia en nuestro país es un reflejo de nosotros mismos: de todo lo que hemos dejado de hacer en conjunto por el bien y mejoramiento de nuestra sociedad. La historia de México se ha vivido en un marco de violencia desde antes de la conquista hasta nuestros días: somos un país que está aprendiendo a vivir en libertad. No debemos olvidar que somos una nación muy joven con poco más de 200 años de ser una nación independiente. No podemos esperar estar en niveles de calidad de vida comparables con naciones como lo son las llamadas de primer mundo, pues ellos son el resultado de su vasta historia, en las que ya cometieron sus propios errores y de ellos aprendieron. Ahora nos toca aprender de los nuestros. Hay que tomar en cuenta que el ejercicio y aplicación de nuestras libertades las hemos podido ejercer apenas hace muy pocos años y es por está razón que muchos no saben qué hacer con esa libertad: para ser libres hay que saber serlo. Es palpable la violencia dantesca que

Nace un nuevo sello editorial: Capítulo Siete

Amigos, les comparto con mucho gusto este nuevo proyecto editorial que me honra dirigir y que nace de la mano conjunta de los poetas y editores Cristina Arreola Márquez (encargada de la dirección editorial), Mario Islasáinz, al igual que un grupo más de profesionales. Capítulo Siete es un proyecto que hemos estado trabajando desde hace varios meses. La fecha de lanzamiento será en febrero de 2018 junto con nuestro sitio web, pero nuestras redes sociales estarán activas a partir de enero. Capítulo Siete es un proyecto hermano de Revista Monolito; es decir, seguirá funcionando con normalidad pero de manera independiente al sello editorial, aunque trabajando en colaboración en lo que respecta a la difusión por parte de ambos proyectos. Les agradezco mucho la confianza que han tenido en nuestro trabajo desde hace ya 6 años que iniciamos con la revista, y les pido la extiendan a Capítulo Siete. Pasen la voz. Febrero 2018. Juan Mireles

Serie de minificciones "Los amores"

I Descubriríamos después de mucho tiempo que, tal vez, no todo fue tan malo, y ese “no todo” tendría que corresponderte. II En la distancia nos reencontraremos, dijeron, que en la muerte seríamos otros y nos reconoceríamos. Hoy estoy aquí en mitad de la nada, esperándote: no llegas. III Acabaríamos mal, eso pensamos desde el inicio, nos sabíamos lejanos y lo intentamos, por necios, porque a veces vale la pena engañarse, seguir el juego de la inocencia. IV Lo nuestro no fue amor a primera vista, más bien fuimos construyendo algo importante con el paso de los días y las semanas; aquello más tarde se elevaría de tal manera que haría perdernos en la infinitud de la incertidumbre. Allá seguimos: quién sabe qué esté pasando con nosotros. V  Pensábamos la muerte cuando hablábamos de qué hacer si el otro faltara, que la ruptura sería trágica, y pensarlo se hacía insoportable; sin embargo,  hoy, cada quien sigue caminando por ahí, enamorándose de otras caras,