Yo estoy en todos lados, ocupo todos los espacios, hay una suerte de vértigo cuando me sé detrás de mí, frente a mí, a un lado de mí, arriba de mí, debajo de mí: soy, como dijo Whitman, una multitud; sin embargo, quiere decir otra cosa para mí esa multitud de la que hablaba aquel poeta: soy una multitud porque es de ese modo y no puede ser de ninguna otra manera. Ocupo todos los espacios del espacio, de ese infinito que se extiende infinitas veces sean necesarias para seguir siendo base del todo: sustancia negra. Vuelvo a mí y ya soy uno, solamente uno y en ese momento niego al otro y a los demás que soy yo porque ya no los ¿veo? Me enfoco en mí. Mi cerebro da el sentido necesario para fijarme y percibirme, al medio de la habitación, de pie, firme, erguido como el que más, y luego nada…, sigo haciendo otras cosas que sé están en todos lados, y sonrío porque al saberme ocupando todos los espacios, igualmente sé que las cosas están ocupando todos los espacios sin superponerse...