Dirías que va más allá del entendimiento de la gente —que llamas común— el apartarte de ti mismo. Pero te digo que si esto se consuma sería un acto de abstracción total para al fin de cuentas regresar a ti –aunque quién sabe en qué nueva forma—; no hay manera de que evadas lo natural: tu existencia. Cae todo en la dificultad de ser, en este caso tú, un algo producido por la naturaleza. La naturaleza, dador de todas las formas y colores, te ha nombrado y bautizado, porque los nombres conocidos y no, siguen siendo una creación indirecta de la naturaleza; es decir, se originan desde la esencia de lo natural, y sin embargo, es recogido este nombre azaroso por una persona: tu madre o padre o el que haya puesto el nombre que llevas. Bueno, en ese momento en el que te han impuesto un nombre, empieza la memoria, tú. Porque ya siempre, incluso, durante tu gestación (si es que tienes la capacidad y el don de recordar aquello), cuando recuerdes cualquier instante, irá ese recuerdo asociado con...