Por más que intento no
logro agarrar valor para cruzar este puente que me separa de mí. Del otro lado
me espero. No con un cierto grado de escepticismo quedo a la lindera del
vínculo primigenio, ése por el cual llegué al mundo, el mismo que de un tirón
me sacó de lo que realmente existe. Lo de allá
grita que lo haga, que camine por el puente colgante, pero que no piense
mientras lo hago pues puedo correr el riesgo de caer.
Por fin, después de
darle muchas vueltas inicié el recorrido, la madera se doblaba a cada uno de
mis pasos; polvo y astillas caían al abismo, y la cuerda a la que me aferraba,
que hacia que mantuviera el equilibrio, bailaba. Justo al llegar al medio de
aquel puente, pensé en qué podría pasarme si caía. Ahí fue cuando mi yo se
deshizo y no recuerdo más que la repetición de ese momento, y nunca termina.
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