Nuestras sombras volvieron a encontrarse bajo la luz tenue de las farolas de un camino que era tuyo y mio. Los movimientos de éstas que enviamos a la reconciliación, eran danza de una pasión que algún día consumamos. Déjalas sentirse y que los lánguidos brazos agarren tus caderas; permite a mi cabeza hecha sombra se funda en la tuya. Deja a tus senos chocar contra mi pecho, concédele a tus manos el derecho de perderse en la cara de mi sombra. Espera a que las bocas broten y se busquen para dejar a las lenguas en un jugueteo obsceno. Que pierdan la clase en el arrebato de la pasión que ya invita a nuestros sexos a encontrarse; éstos, seductores, colisionan; el apetito se vuelve incontrolable. Lo mio ha entrado en tu sexo que es mi anhelo, y el frenesí por ver cómo las sombras se agitan, estimulan, impelen; hace que me vuelva hacia a ti para sentirte en la carne, pero te has ido, y las eróticas manchas que siguen sacudiéndose salvajemente.