Entierra tus manos en mi ancha espalda. Pega tu boca a mi hombro y muérdelo todo; clava tus garras en mi torso, desgárralo, ve en tus uñas mi piel, y no pares aunque mis alaridos digan lo contrario. Abrázame y apriétame con las fuerzas que te da el ser demonio. Escucha el crujir de mis huesos. Maúlla, gime, gruñe, ladra, rebuzna, excítate con mi dolor, hasta que mi cuerpo resbale de tus brazos y mi mirada nada te diga, y de mis gritos nada se sepa. Ahí, te girarás buscándola, pero ella no estará más aquí, habrá huido, y aunque te nazcan 6 cabezas y 12 ojos más, no la encontrarás.
La violencia en nuestro país es un reflejo de nosotros mismos: de todo lo que hemos dejado de hacer en conjunto por el bien y mejoramiento de nuestra sociedad. La historia de México se ha vivido en un marco de violencia desde antes de la conquista hasta nuestros días: somos un país que está aprendiendo a vivir en libertad. No debemos olvidar que somos una nación muy joven con poco más de 200 años de ser una nación independiente. No podemos esperar estar en niveles de calidad de vida comparables con naciones como lo son las llamadas de primer mundo, pues ellos son el resultado de su vasta historia, en las que ya cometieron sus propios errores y de ellos aprendieron. Ahora nos toca aprender de los nuestros. Hay que tomar en cuenta que el ejercicio y aplicación de nuestras libertades las hemos podido ejercer apenas hace muy pocos años y es por está razón que muchos no saben qué hacer con esa libertad: para ser libres hay que saber serlo. Es palpable la violencia dantesca que
Hay veces que el amor duele.
ResponderEliminarUn abrazo