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De distancias

Varios hombres salieron de su tierra natal, buscaban un destino mejor; mejor que su realidad preestablecida, más por su estancamiento que de generación en generación parecía perpetuo. Caminaron por días, semanas; atrás dejaron a sus familias, creían en que ni sus esposas ni sus hijos serían capaces de aguantar el viaje. Cada cuando caían en lapsos nostálgicos y volvían la mirada hacia atrás y, entre el paisaje, veían el relieve de su tierra –era como si esa imagen estuviese siempre ahí, que ningún paso adelante fuese capaz de alejarlos-. Mas seguían su camino motivados por  la visión formada en el fondo del horizonte, una silueta de pueblo o de nueva ciudad, que se alzó a los pocos días de haber dejado su tierra.


Con el paso de los meses y las fuerzas menguadas, en un caluroso mediodía, decidieron parar: no podían llegar a esa nueva tierra, parecía no acercarse a ellos ni ellos a ella: estaban a la misma distancia desde su aparición, así como la tierra dejada meses antes.

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