La
figura en el fondo de la sala, azulada, a un lado la columna con una flor en su
cumbre, cae muerta a un costado. La luz apenas se adosa en la pared de enfrente
de mí muriéndose, con la perspectiva del que ve todo desde el umbral del cuarto,
quedo inmóvil cuando ya todo es lo opuesto: la estancia se abre, anchura de
pastizal, y ahí algo vivo que no veo, mas sé está por el ritmo que se genera
dentro de mí al momento de contemplar mi interior, quedo a mi encuentro.
La violencia en nuestro país es un reflejo de nosotros mismos: de todo lo que hemos dejado de hacer en conjunto por el bien y mejoramiento de nuestra sociedad. La historia de México se ha vivido en un marco de violencia desde antes de la conquista hasta nuestros días: somos un país que está aprendiendo a vivir en libertad. No debemos olvidar que somos una nación muy joven con poco más de 200 años de ser una nación independiente. No podemos esperar estar en niveles de calidad de vida comparables con naciones como lo son las llamadas de primer mundo, pues ellos son el resultado de su vasta historia, en las que ya cometieron sus propios errores y de ellos aprendieron. Ahora nos toca aprender de los nuestros. Hay que tomar en cuenta que el ejercicio y aplicación de nuestras libertades las hemos podido ejercer apenas hace muy pocos años y es por está razón que muchos no saben qué hacer con esa libertad: para ser libres hay que saber serlo. Es palpable la violencia dantesca que
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