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El poeta

El poeta ya tiene muchos años, tantos que olvidado por el tiempo, callado, como ausente, medita; sobre la primera piedra de un país por el que sigue luchando empecinadamente. Escribe sobre el barniz de un cielo opaco, toda su poesía. Otro, joven, lo ve desde lejos para no distraerlo: no le habla, no le hace señas, sigue de largo para evitarle al poeta un encuentro con el futuro, su realidad. Dejó al poeta para que se curara sus heridas, “que siga pensando en sus tiempos, que se resuelva”. Entonces el joven dio vuelta en la esquina, se perdió en las calles y dijo: “toca abrirme la piel, para que la sangre hable de estos tiempos. Ya buscaré algún día mi piedra sobre la cual lamerme las heridas, para curarme”.

Comentarios

  1. Con una mirada positiva -y en paz con mi existencia-, hay momentos en que he pensado si no será así estar muerto. Si podré disfrutar del silencio, la inexistencia de toda urgencia o angustia. Que los días se desplieguen pacíficamente, que no nos duelan los errores propios o ajenos porque no estarán ahí para hacernos sufrir por ese anhelo de ser mejores que mencionaba E. Kant. Seremos ingrávidos. Por lo tanto no tendremos el malhumor que nos provocan los dolores físicos. No me parece tan malo. Un abrazo.

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