Dos
imágenes superpuestas, el resultado es uno; mas no sé cuál es el
producto, y debo decir que no alcanzo a unir los puntos para
resolverlo: rompecabezas sin cabeza, solo rompe… creo que a mí. Luego
aplico el zoom de los binoculares, tal vez, es mi vista la que no
recrea lo que seguro está ahí. No, tampoco. ¿Entonces?: Inmaterial, ni
duda cabe. Hago un crucigrama en el que me pregunto y me respondo:
egoísmo puro; debo hacerlo. Al terminarlo, tiro la pluma al cesto de
basura; leo el papel. Voy en dirección al espejo por decima ocasión, voy
recordándome, y es cuando por fin me veo: fue difícil.
La violencia en nuestro país es un reflejo de nosotros mismos: de todo lo que hemos dejado de hacer en conjunto por el bien y mejoramiento de nuestra sociedad. La historia de México se ha vivido en un marco de violencia desde antes de la conquista hasta nuestros días: somos un país que está aprendiendo a vivir en libertad. No debemos olvidar que somos una nación muy joven con poco más de 200 años de ser una nación independiente. No podemos esperar estar en niveles de calidad de vida comparables con naciones como lo son las llamadas de primer mundo, pues ellos son el resultado de su vasta historia, en las que ya cometieron sus propios errores y de ellos aprendieron. Ahora nos toca aprender de los nuestros. Hay que tomar en cuenta que el ejercicio y aplicación de nuestras libertades las hemos podido ejercer apenas hace muy pocos años y es por está razón que muchos no saben qué hacer con esa libertad: para ser libres hay que saber serlo. Es palpable la violencia dantesca que
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