Ya te digo que todo lo
que está ocurriendo aquí es una visión. Bueno. Claro, es un completo engaño: el
eufemismo natural para no sentirnos en la desesperanza. Ese eufemismo del que
hablas no ha hecho efecto en mí. Ya hizo porque lo estas viviendo. No sé si
hubiese preferido quedarme allá. No digas tonterías, allá todo se está cayendo
a pedazos. ¡Pero tengo miedo! Te confieso que yo también, pero debemos
mantenernos aquí para no morir, ¿entiendes? No. A ver…, cuando sueñas y eres
participe de tu mismo sueño, vives los hechos imaginados, y aun cuando en tu
pasaje onírico llegases a morir, no mueres, solo despiertas. Ajá. Pues eso es
lo mismo aquí: la oscuridad es total, se escuchan ruidos a lo lejos. Gritos.
Sí, y golpes como si estuviesen golpeando metales con martillos. ¡Lo peor es
que no se ve nada! Tranquilo, ya te digo que es parte de la alucinación, y
despreocúpate que aunque el mismísimo diablo se apareciese no puede hacernos
daño, ¿sabes? Es una locura, estamos sumergidos en la total y absoluta
sinrazón. Tampoco seas extremista. Quiero salir de aquí, esos malditos ruidos
se escuchan cada vez más cerca. No podemos irnos de este lugar, hasta que el
efecto se pase. Por qué te hice caso… No seas así conmigo, porque gracias a eso
estamos seguros, y no allá donde es el caos total: ¡el apocalipsis! ¡Prefiero
regresar! No seas ingrato; estando aquí no sentimos lo que pueda ocurrirle a
nuestros cuerpos. No quiero morir. Hermano, no hay escapatoria, la muerte es
inevitable. ¡Cállate! Es así… Me niego a morir. Tranquilo, no llores. Quiero
irme de aquí. Pasará pronto: cuando llegue el momento solamente iras perdiendo
el conocimiento hasta desaparecer: de sufrimientos no sabrás nada, ¿acaso no es
esto un privilegio? El morir sin sufrir: la muerte de los justos. Pero muerte
al fin -dijo sollozando, con la cabeza gacha-, y estos malditos gritos y
golpes. El mundo se está retorciendo, por eso son esos gritos que se cuelan en
el subconsciente, ¿quieres ver, sentir y sufrir lo que ellos ahora mismo están
padeciendo? No. ¿Te das cuenta ahora el por qué te he salvado?, por ello no
queda más que esperar que la divinidad venga por nosotros. ¿Y si despertamos
antes de morir? Imposible, la sobredosis es inevitable.
La violencia en nuestro país es un reflejo de nosotros mismos: de todo lo que hemos dejado de hacer en conjunto por el bien y mejoramiento de nuestra sociedad. La historia de México se ha vivido en un marco de violencia desde antes de la conquista hasta nuestros días: somos un país que está aprendiendo a vivir en libertad. No debemos olvidar que somos una nación muy joven con poco más de 200 años de ser una nación independiente. No podemos esperar estar en niveles de calidad de vida comparables con naciones como lo son las llamadas de primer mundo, pues ellos son el resultado de su vasta historia, en las que ya cometieron sus propios errores y de ellos aprendieron. Ahora nos toca aprender de los nuestros. Hay que tomar en cuenta que el ejercicio y aplicación de nuestras libertades las hemos podido ejercer apenas hace muy pocos años y es por está razón que muchos no saben qué hacer con esa libertad: para ser libres hay que saber serlo. Es palpable la violencia dantesca que
Comentarios
Publicar un comentario